lunes, 9 de abril de 2007

El ocaso del narcisismo: la indiferencia

Ser una estrella de la música clásica y recibir ovaciones tras cada apasionada interpretación en auditorios repletos de gente elegantemente vestida es algo a lo que está acostumbrado el violinista Joshua Bell. He de confesar, de nuevo, mi desconocimiento de este célebre intérprete. (¡Oh bendita red, ante ti me arrodillo de nuevo por abrirme las puertas del conocimiento!)

Me ha sorprendido mucho leer una noticia sobre un experimento protagonizado por viajeros anónimos del metro de Washington en EEUU. Incluso el supuesto protagonista principal, el célebre violinista ataviado con ropa informal y coronado con una vulgar gorra. Me lo imagino en un largo pasillo, de esos que conectan las distintas estaciones, por los que la gente suele correr, más que caminar, hacia su parcela de espacio, lo justo y necesario para encajar en el mosaico de razas, olores, libros y músicas: dos palmos cuadrados para dejarse llevar, lo antes posible, a buen puerto.

Llaman la atención dos cosas: que alguien tan prestigioso se bajara del pedestal para llevar a cabo tan singular experimento; llama la atención que quien hizo el encargo al susodicho pretendiera probar la capacidad de los viajeros para percibir la belleza.

Ciertamente se explica en el artículo que el contexto puede ser el responsable de que sólo recaudara 32 dólares, en 43 minutos de música clásica. Parece ser que el recuento tira por tierra la idea de la sensibilidad bajo tierra: 1.070 personas pasaron por delante del “anónimo” violinista. Según mis cuentas, un triste 2,53%, o sea, 27 (bonito número, ¿verdad?) depositaron algunas monedas en la funda del violín. 32 dólares como recompensa de 43 minutos de música interpretada con un stradivarius de 1713, según reza el artículo.

¿Se debió sentir solo? ¿Se debió sentir ignorado? ¿Bajó su autoestima tras el experimento? ¿Afectará a su visión del ser humano? ¿Somos seres insensibles hasta tal extremo que pasamos con hastío delante de un jovenzuelo con gorra que desgrana notas arcáicas que resuenan en una madera tan preciada? Concretamente el violín que tocó Bell recibe el nombre de Gibson ex Huberman, y es uno de los 500 Stradivari reconocidos que se conservan actualmente.

Existe un grupo de científicos españoles que aúna sus esfuerzos por encontrar el reducto neuroanatómico del sentido de lo estético, que mucha relación tiene con la belleza y la sensibilidad a la que apelaba el mencionado experimento. En esta odisea científica en busca de la cartografía de los qualia quizá nos olvidamos del contexto, como señalaba el artículo: ni siquiera un stradivarius tocado por un niño prodigio de la música clásica es capaz de conmover a la mayoría de las personas. Sólo un triste 2,53% recompensaron al artista. ¿O solamente se apiadaron de él? Entonces la situación es todavía más terrible: las notas emitidas y propagadas por la estación puede que sólo hicieran resonar los sentimientos piadosos y caritativos de 27 personas.

Artículo publicado en el País.com http://www.elpais.com/articulo/cultura/belleza/pasa/desapercibida/elpepucul/20070409elpepucul_1/Tes

No puedo resistirme. Dice Ramón Trecet, como cierre habitual de su programa de radio “Diálogos 3” de Radio 3 de Radio Nacional de España: “Buscad la belleza. Es la única protesta que merece la pena en este asqueroso mundo”. Gracias Ramón por tantas sobremesas emocionantes y ensoñadoras y por tantos descubrimientos de música para volar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La magia es un puente que te permite ir del mundo visible hacia el invisible. Y aprender las lecciones de ambos mundos.
Paulo Cohelo

A y/o X dijo...

Gracias down por estas palabras de un maestro ingeniero de puentes y caminos que con su labor ayuda a los demás a construir los suyos propios y a transitar con ellos con mayor ligereza de espíritu y paso más firme.